Por Arnoldo Diaz
Es verdad que la historia jamás se repite, nunca pasa una cosa la misma vez, ya sea en espacios o tiempos semejantes, sin embargo, existen algunas características en diversas regiones del mundo que son parecidas o que responden a procesos similares. Situémonos en la macro-región latinoamericana, la cual comparte en su historia el dominio colonial desde el siglo XVI, el cual entra en relativa crisis con los movimientos de independencia en toda Latinoamérica en el siglo XIX.
Ambas experiencias guardan múltiples diferencias, hablando de los procesos de “liberación” del siglo XIX podemos mencionar lo radicalmente distinto que es el proceso de independencia que se consiguió con una relativa paz en Brasil, a la lucha bajo el ideal de unificación que Simón Bolívar pregonó por los países de la Gran Colombia[1] y ambos procesos de independencia son completamente distintos a la “independencia” de Cuba que pasa al control de EUA tras derrotar a España a finales del siglo XIX, y así como estos ejemplos existen muchos más que remarcan estas diferencias pero que nos enseñan algunas similitudes.
Entre las similitudes en la historia latinoamericana la que nos interesa rescatar el día de hoy es la guerrilla. La guerra de guerrillas no es exclusiva de América, y tampoco es una forma utilizada unicamente durante siglo XX. Podemos ubicar tácticas de este estilo en la guerra de independencia de EUA, en la diferentes rebeliones indígenas y un largo etcétera. La guerrilla en América sobresale por ser una táctica militar que se utilizó desde la llegada de las potencias europeas, hasta la búsqueda de la revolución social en el siglo XX.
Sin embargo cada experiencia guerrillera se rescata de distintas maneras en la escritura de la historia. Trataremos dos casos específicos para exponer los problemas de la historiografía sobre la guerrilla. El primer ejemplo son las guerrillas magonistas que permanecieron en constante rebelión en estados como Chihuahua, Veracruz y Baja California antes de 1910 y todavía después de 1920[2] cuyo valor histórico suele manifestarse de manera confusa.
Esta confusión nace porque los primeros intentos del Partido Liberal Mexicano por derrocar a Porfirio Díaz, como la huelga de Río Blanco y la guerrilla en Veracruz, se reivindican por la historia oficial como antecedentes de la revolución burguesa de 1910 mientras que los enfrentamientos durante y después del levantamiento de 1910, como la toma de Tijuana, son ignorados por los historiadores o son menospreciadas bajo la excusa de ser “fuerzas separatistas” que ponían en riesgo el intento de creación de un nuevo Estado mexicano.
La reivindicación de un movimiento guerrillero en la escritura de la historia depende de por qué se luche y contra quien se luche, es aquí donde los historiadores oficiales juegan un papel decisivo, por eso el movimiento magonista se reivindica antes de 1910, pero a partir de que Díaz cae y el PLM decide continuar su lucha contra el capitalismo y toda autoridad la historia los olvida y los borra del imaginario de aquellos tumultuosos años en México.
En otro punto del continente tenemos el ejemplo de la guerrilla peruana conocida como Sendero Luminoso de tendencia maoísta, quienes expanden su lucha por el socialismo hacia la década de 1980. Sus tácticas han sido ampliamente criticadas ya que gran parte de sus ataques afectaron directamente a personas inocentes, altas son las cifras de los muertos durante la etapa más violenta de sus acciones, por lo cual esta organización es referida mayormente como terrorista más que guerrillera.
Intentando dejar de lado los efectos trágicos de sus ataques, nos damos cuenta de que el Estado peruano utiliza la existencia de Sendero Luminoso para justificar el desarrollo de sus técnicas represivas ¿Cómo funciona esto? Pues mientras que con la estricta organización de las guerrillas maoístas para finales de los 1980 controlaba una muy buena parte del campo peruano, el Estado sabía que la toma del poder por parte del grupo era tan solo cuestión de tiempo ya que le resultaba imposible controlarla y reprimirla.
Ante esto, el gobierno del Perú emprende una campaña de mejoramiento del sistema policial y de investigación, adquieren lo mejor en la tecnología del momento para poder rastrearlos e invierten fuertes cantidades de dinero para pagar por información del grupo. A su vez, desarrolló una fuerte campaña de desprestigio y de terror mediático para mermar la influencia de la organización dentro de los centros urbanos.
Con esto, el Estado logra la detención del líder histórico del grupo Abimael Guzmán, el “Presidente Gonzalo”, el perfeccionamiento del sistema de represión estatal y la maquinaria de propaganda del gobierno peruano que evolución como repsuesta a Sendero Luminoso es ahora usado para reprimir muchos y muy diversos movimientos sociales a lo largo y ancho del país peruano. En el caso específico de la guerrilla maoista esta campaña impide la ampliación de la discusión crítica y objetiva de los logros y derrotas, experiencias y atrocidades, realizadas por Sendero Luminoso.
Como vimos la guerrilla es una parte esencial en la historia de América Latina, desde sus primeras manifestaciones en las guerras contra los españoles, hasta las guerrillas urbanas y campesinas en el siglo XX. Aunque no nos terminen de parecer sus tácticas u objetivos, éstas son las experiencias que nos brindan las derrotas y victorias que debemos analizar y reflexionar para lograr el mundo diferente que queremos.
La historia oficial a borrado éstos episodios de resistencia, considero que es nuestra responsabilidad histórica es rescatar el legado guerrillero –y de toda manifestación de resistencia-, en nuestro México este compromiso con la historia de las guerrillas ha ido generando nuevos proyectos de rescate no solo de la historia militar, sino de los procesos de formación y difusión de ideas dentro y fuera de las organizaciones armadas, este texto es tan solo una invitación a reforzar y extender ese tipo de proyectos..
*Artículo rescatado y modificado de Crítica y Acción Núm. 7 (Ediciones Subversión)
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[1] La cual abarca los actuales territorios de Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela —incluyendo la Guayana Esequiba—; y otros territorios que pasaron a Brasil, Perú, Nicaragua, Costa Rica y Honduras.
[2] Fechas en que la historia oficial enmarca la mayor parte del movimiento revolucionario en México.
La historia del concepto «guerrilla» nace precisamente en el mundo hispano, durante las rebeliones civiles contra la ominosa invasión napoleónica. Su génesis es explicado por la táctica militar que expresa literalmente la debilidad de aquellos que defienden frente aquellos que atacan, además, por aparecer en un momento de franca crisis de un sistema que a la sazón parecía ya caduco, gracias a la aparición de las cortes de Cádiz, que según Guillermo Zermeño fueron el acontecimiento de ruptura entre la época moderna y pre-moderna del mundo hispano. Relativo a esto, el apunte con el que comienza el texto me parece exacto: «Es verdad que la historia jamás se repite, nunca pasa una cosa la misma vez, ya sea en espacios o tiempos semejantes». Ya había dicho Marx que los hombres hacen su propia historia, pero no bajo su libre arbitrio, sino con aquello que pueden recoger del pasado, y es justamente esta la pertinencia que tiene una reflexión sobre la guerrilla como esta.
Parece insoldable la comunicación que se teje entre Sendero Luminoso y el movimiento respaldado por los magonistas en México, pero pareciera que la intención no es realmente esa, sino el regresar, aunque sea de forma implícita, a ese estrato de significación del concepto que acarrea desde principios del siglo XIX y que hoy, ¡precisamente en la época del multiculturalismo y la tolerancia política!, se desplaza de nuestro espectro político-conceptual como una posibilidad más de donde abrevar experiencias políticas.
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