Notas a propósito de Las tesis sobre el concepto de historia – Anna Karina Appel

01 de octubre de 2025

Anna Karina Appel

Reflexiones sobre el seminario Minima Marginalia del Grupo Antihistoria

Si bien la teoría crítica tiene múltiples aplicaciones de manera práctica, me parece que la invitación y propuesta que hace Walter Benjamin es de las iniciales. Repensar la historia no solo desde una mirada crítica sino también como posibilidad de transformación del presente se convierte en una necesidad ante una época de crisis política y social.

Evidentemente no me parece en vano la elección del texto para una formación crítica, sin embargo, si me parece bastante curioso el momento en que, de manera personal, revisé la lectura y decidí hacer esta reflexión. No solo porque es víspera del 2 de octubre, sino también por la noticia internacional que invade el mundo en estos momentos acerca de la prohibición que hizo Israel a la Global Sumud flotilla para llevar ayuda humanitaria a Gaza en medio del genocidio.

Hoy se hace incuestionable la urgencia, no solo por replantear la manera en la que hacemos y entendemos la historia, sino también la necesidad de recordar. Recordar desde un intento de reivindicación y a manera de deuda por normalizar la actitud hacia la barbarie como algo natural e inherente a la idea de progreso. No rememorar solo desde la nostalgia, como bien menciona Benjamin, sino desde la intención activa de hacer algo con esa memoria, buscar las formas en que el pasado sigue inmerso en nuestro presente y preguntarnos ¿a quienes estamos dispuestos a sacrificar por la idea del progreso?

Encuentro tanto en el 2 de octubre del 68 como en la flotilla Global Sumud ejemplos de esta cadena histórica de violencias y derrotas mencionada por Benjamin, y también de estas rebeliones que interrumpen el curso “normal” de la legitimación de la dominación. Pasado y presente se encontraron al escribir este pensamiento en un ejercicio de recuerdo activo por las víctimas históricas de ambas luchas. Qué además, dicho sea de paso, la remembranza se hace por las víctimas desconocidas, las que no tienen rostro, las que se olvidaron, las que no fueron importantes perder para mantener el orden mundial.  Es decir, utilizar un movimiento como el 2 de octubre como parte de nuestro ejercicio político en la interpretación de como decidimos contar loque sucedió[1] con la flotilla Global Sumud.

Las movilizaciones a nivel mundial provocadas por la inconformidad ante la ley internacional en relación con el genocidio, traen a la memoria las movilizaciones del 68 causadas por una sociedad en discrepancia. No todos con conciencia histórica, no todos con perspectiva crítica, no todos con entendimiento pleno de su praxis, pero si con un instinto que identifica la injusticia. Si con la intención de pertenecer a una corriente que ha dejado de ver como “normal” los abusos de poder y los discursos llenos de violencia.

Es imprescindible encontrar ese punto de intersección entre los movimientos estudiantiles, la lucha obrera, las movilizaciones indígenas, las disputas por el territorio, la evolución de las cuestiones de género con la desaparición de los 43, la violación de derechos humanos en la Rep. Democrática del Congo, los feminicidios en Latinoamérica, la guerra en Gaza… ¿Dónde queda la idea de dignidad humana? ¿cómo convive hoy la idea de desarrollo con la violación de derechos humanos? ¿cómo vivimos nuestra relación con el estado en contextos de represión? ¿Cómo permitimos y reproducimos la barbarie que deberíamos frenar? ¿esta es la historia que queremos contar? ¿vamos a arrastrar con la vergüenza histórica de nuestro propio tiempo?

La indignante pregunta ¿Cómo pudo existir el fascismo en pleno siglo XX? Se hace vigente en el primer cuarto del siglo XXI. Cada vez más resistente, más ruidoso y más activo, pero al mismo tiempo más conservador, duro y violento. Es hoy un momento de crisis, la actitud de la sociedad no es casualidad (si, que los jóvenes se hagan cada vez más conservadores también es una manifestación de negación al cambio). El ejercicio propuesto por Walter Benjamin, se está llevando a la práctica sin darnos cuenta y sin plena consciencia del mismo. Quien diga que recordar no es un acto de protesta, es porque le falta valentía para sentir coraje por el pasado, porque no está dispuesto a perder su privilegio de tranquilidad moral por salvar la esperanza frustrada de las generaciones pasadas y convertirlas en motivo de lucha.


[1] Justo evito entender la intercepción de la flotilla Global Sumud por Israel como un fracaso o derrota. Sino desde la invitación de Walter Benjamin a encontrar en el acontecimiento mismo las esperanzas y estrategias que nos permitan continuar en la lucha.