“Nadie debería de trabajar. El trabajo es la fuente de casi toda la miseria del mundo. Casi todos los males que puedas mencionar provienen del trabajo. O del mundo diseñado para el trabajo. Para dejar de sufrir, tenemos que dejar de TRABAJAR” (Black, 1985).
Estas palabras fueron claras y espesas en ese momento, y lo sigue siendo, criticar el trabajo no era siquiera tomado en cuenta entre las doctrinas más “radicales” o “revolucionarias” en tiempos álgidos de revuelta. La crítica del trabajo se abalanzó en los escritos de muchos teóricos que veían en ello una categoría dentro del capitalismo o una actividad perturbadora física y moralmente para el organismo. Se escribieron algunos textos en un Marx, en esos jóvenes anarquistas holandeses en la segunda década de siglo XX, algunas ideas en Kropotkin, en el “No trabajéis jamás” del 68 de influencia situacionista, en los comunizadores o en aquel que mencionó que “El proletariado no es la clase que trabaja, sino la clase que hace la crítica del trabajo” (Dauve, 1972). Mencionar los textos y escritos, no significa romantizar a cada uno de los autores, sino analizar y reflexionar sobre aquello que supone el núcleo crítico de este ensayo: cuestionar el “trabajo”
¿Qué es el trabajo? ¿Por qué criticar el trabajo? Trabajo, de trabajar, viene etimológicamente del latín tripalaire. Tripalaire viene de tripalium, que sería un cepo con tres palos que en sus inicios servía para destazar a los animales y se utilizó después para azotar esclavos. Así, históricamente el concepto “trabajo” en muchos idiomas está relacionado con sufrir, golpear, examinar, torturar, etc. Criticar el trabajo, no viene de una obsesión innecesaria de sospechar de cualquier palabra en la que se use “trabajo”, sino más bien, viene de una crítica radical que examine de forma específica una categoría dentro del rol del capitalismo. Algunos autores como Anselm Jappe aseguran que el trabajo nace dentro del capitalismo, mientras otros como Moishe Postone, mencionan que el trabajo forzado ha existido desde mucho tiempo atrás, sin embargo, el trabajo hoy en día ha sido subsumido por la totalidad capitalista.
Dejar de trabajar, no es ni será, dejar de hacer, de crear o de realizar. Es absurdo pensar que criticar el trabajo sería morirse de hambre sin hacer nada, sin relacionarse, sin organizarse y que queremos crear una vida para tod@s sin esfuerzo. No hablamos de ese esfuerzo sometido al mercado de producir, comprar y vender, ni hablamos de “abolir el trabajo” explotando a otros y viendo como los demás lo hacen, beneficiándonos de ellos desde una postura privilegiada y burguesa. La crítica al trabajo viene desde un principio, a dejar de someterse al horario, a la monotonía, al esfuerzo innecesario, a ir a pasar 8 o más horas por un sueldo mísero, abandonando a tu familia, tus actividades recreativas, enriqueciendo a una minoría mientras pasan los años y no se ven reflejadas las frases tautológicas y prefabricadas que dicen “esfuérzate y saldrás adelante”, “el pobre es pobre porque quiere”. Tan fuera de la realidad es pensar que los pobres son pobres por simple gusto, y no por un sinfín de relaciones histórico-sociales supeditadas a la economía predominante, esto es totalmente risible, como lo es también pensar que el capitalismo, en todas sus esferas tendrá la solución a todas las problemáticas y que dentro de ella hay oportunidad para todos. Esa “libertad del trabajo” de la que tanto nos hablan, es la libertad que no queremos.
“Si el trabajo duro fuera algo tan maravillosos Sin duda los ricos se lo habrían quedado (Kirklan,..)”.
La locura holandesa
“El trabajo es la afrenta y humillación más grande que la humanidad ha cometido contra ella misma
(Schuurman, 1924)”
En Holanda, una ola de jóvenes libertarios hartos de los restos sociales que dejaban los viejos, se reunían bajo los escritos del periódico de agitación “The Moker”, obreros y libertarios holandeses que alzaron las consignas de agitación hasta por cuatro años (1923-1928). Escritos incendiarios de Bakunin les exaltaba la piel, pero no inmersos en las aguas ideológicas y doctrinarias tomaban las críticas de Marx y expresaban textos de Lafargue “El repugnante sermón, con el que nos machacan desde hace años, del derecho al trabajo, lo cambiamos por el del derecho a la pereza”. Es aquí cuando se desligan de todas aquellas luchas que en vez de transformar lo que han dejado los viejos, solo reforman la manera de seguir trabajando. Por ello, rechazaban las formalidades de los partidos y las luchas de los sindicatos, incluyendo así el Anarcosindicalismo.
“Los grupos De Moker y Alarma no existían sólo por el mero hecho de existir como grupo, sino porque estaban compuestos por una serie de personas que sentían la necesidad de combatir el reblandecimiento de la generación más mayor y atacar esos viejos” (Van Daele, 2007. p. 13)
Alarm, al igual que De Moker fue otro grupo que ya en sus líneas había mostrado anteriormente una crítica radical al trabajo y que había utilizado así, algunos textos de marxistas críticos sin inmutarse. Todos los jóvenes, que así se definían aunque fueran un poco mayores como Schuurman, redactor del “El trabajo es un crimen”, tuvieron duros enfrentamientos con la policía, mientras algunos estaban encarcelados, otros se enfrentaban a los sables de la represión. Como buenos anticapitalistas, también eran antimilitaristas, estaban en contra de llevar el servicio militar y fue sobre estas bases que se fundó en 1904 en Ámsterdam, la IAMV (Asociación Internacional Antimilitarista), influidos por el socialista y libertario Ferdinand Domela Nieuwenhuis. Aunque antimilitaristas y libertarios, los jóvenes reunidos por Alarm y De Moker, no eran afines al pacifismo y recriminaban la “ética Tolstoiana, de principio de no violencia que continúa proliferando dentro de cada movimiento de contestación, para frustrarlo y ahogarlo” (Daele, 2007).
Estos grupos de jóvenes, principalmente De Moker, siempre estuvieron al tanto de las luchas, tanto de Holanda como de Inglaterra, difundiendo las actividades e incitando al sabotaje y el paro nacional de las luchas mineras que existían en esos tiempos, aunque tenían un comité encargado de organizar los escritos que se realizaban o que se ofrecían ante el periódico, estos se manejaban sin jerarquías en las decisiones, eran un total de 500 chicos y chicas distribuidos en todo el país que con su ayuda se mantenía el ímpetu rebelde de Holanda. Distribuir el periódico no era cosa fácil, esto también llevaba enfrentamientos con la policía y sus adversarios políticos. Los miembros de los diferentes grupos que se relacionaban y componían de Moker tenían peculiaridades, compartían todo, operaban en bandas de amistad, se relacionaban libremente, andaban desnudos, algunos eran vegetarianos, vagabundeaban tanto que tenían relaciones con el movimiento vagabundo Alemán viajando por toda Europa, rechazaban tanto la iglesia como el bar, algunos eran “anti-sistema” y rechazaban algunos privilegios que tenían, algunos trabajaban de vez en cuando para sobrevivir, otros eran Simpa (cantantes y ladrones). Llevaron el sabotaje a tal que atacaron la red eléctrica de Ámsterdam dejando sin luz a la ciudad y a las fábricas, también estallaron un depósito de artillería en un almacén de armas.
La lucha de los jóvenes holandeses es poco mencionada, acaparada por los partidos Bolcheviques y los grupos Anarcosindicalistas, a consecuencia de sus críticas se llenaron de rivalidades con grupos socialdemócratas, pero eso no evitaba que actuarán en la calle, los grupos De Moker y Alarm eran también, conformados por maestros, músicos y muchos intelectuales que llevaban a los barrios reuniones y conferencias que aglutinaban a centenares de personas, leían clásicos, oraban poemas, tocaban y se organizaban para encarnizar luchas que hablaban sobre anti-capitalismo.
Sobre la abolición del trabajo
Aunque el texto de Bob Black escrito en 1985 es demasiado breve y carece de una explicación más amplia al recurrir a una crítica al trabajo, este sin duda simplifica algunos aspectos importantes dentro de la crítica radical. Empezando de tajo, el trabajo, para el autor anarquista, es referente siempre a trabajo forzado u obligado, producción obligatoria. De esta manera, opone a esta categoría la revolución lúdica, no simplemente al juego tal y como se escucha, sino más bien, recuperar de nuevo la vida que logra desprenderse de la productividad como valía moral y material del mercado. De una forma simple, en nuestros días, existe el ocio, pero el ocio no es algo liberado del trabajo, más bien es la recuperación para volver a trabajar, es por ello que la pereza sería el referente principal para contraponerse a la vida del trabajo. ¿Por qué le tendremos tanto miedo a la pereza? Será acaso, que esa ética del trabajo que se implementó nacida la revolución industrial en el siglo XIX introdujo ese pensamiento burgués del “trabajo es bueno” y “descansar es malo”. Tendríamos que cuestionarnos entonces si vivir es malo:
“la izquierda dice que hay que acabar con la discriminación en el empleo, yo digo que hay que acabar con el empleo” (Black, 1985).
La crítica de Bob Black no fue hecha solo para el marxismo tradicional, sino también para el anarquismo, que durante todas las luchas que se desarrollaron desde el siglo XIX y XX, la mayoría, solo quería mejores salarios, administrar la economía, que los trabajadores sean los que se apropien de los medios de producción y del Estado como medio burocrático para administración de los bienes materiales de las masas. Claro que se reconoce todo el esfuerzo de las luchas pasadas, pero reivindicar la lucha en su totalidad, sin críticas, en el aquí-ahora queriendo realizar una concatenación idealista del pasado al siglo XXI sería grotesco. Lo mismo da trabajar para el patrón, para el Estado o para el sindicato, ser de izquierda o de derecha, cada uno de ellos será tu jefe y dependerá de tus horas para mantenerse, ellos quieres que despiertes a un horario, que se te ofrezca como premio lo que ellos dictan y después que estés contento con la vida que se te da en referencia al trabajo, ser servil es el mejor esclavo, igual da si te llaman “trabajador ejemplar”.
“La disciplina consiste en la totalidad de controles Totalitarios que se ejercen en lugar del trabajo –vigilancia, trabajo repetitivo, cadencia de trabajo impuestas, cuotas de producción, fichar, etc.-“ (Black, 1985).
Acudir a la escuela muchos años, especializarte otros más, aprender a tener horarios, ser una persona ejemplar y después de todo ello, si es posible claro, tener un buen trabajo, en el cual puedas subsidiar tus gastos, tener una familia de la que despides constantemente, amigos que casi no ves, recreos de los que ya no te acuerdas, un cansancio intermitente ¡pero vaya! Una gran educación y disciplina impuesta desde pequeño. Qué mejor forma de crear esclavos, para después, si algo ocurre, alguna crisis económica, es culpa solo tuya. ¿Cómo puede ser posible pensar que las sociedades antiguas, en particular las cazadoras-recolectoras tenían más tiempo a la pereza, menos esfuerzo para conseguir alimento y no estaban preocupados por la productividad ni el enajenamiento al tener? Muchos como Marshall Sahlins hablan de ello, muchos filósofos griegos se quejaban del trabajo, hasta Adam Smith en su “Riqueza de las naciones” contempló el lado miserable del trabajo obrero.
“El hombre que pasa su vida realizando algunas operaciones simples… carece de cualquier ocasión de ejercer su entendimiento… suele volverse tan estúpido e ignorante como le es posible al ser humano” (Smith, 1976).
El trabajo no solo es un mal social producido, que adquiere características dramáticas bajo el capitalismo, sino también es un mal que acecha a gran cantidad de trabajadores en el mundo ¿Cuántas monedas valen la vida de las personas? Vemos siempre mucho trabajo excesivo, insalubre, compañer@s ofreciendo su cuerpo a la enfermedad física y mental, lugares pequeños, asquerosos, donde se encuentran gran cantidad de gente produciendo mercancías nocivas y peligrosas, accidentes todos los años, maquinaria en mal estado, mineras interesadas en lugares peligrosos ¿Cuántos suicidios registrarán hasta hoy? Y sin mencionar esos trabajos que azotan a personas indefensas, prostitución, trata de menores y venta de órganos ¿Me dirás que no son trabajo? El trabajo ha roto la barrera de la legalidad, igual hay mercancía, compra y venta, dinero, ganancias y sobre todo gente explotada.
El feminismo contra el trabajo
“En la familia él (el hombre) es el burgués, la mujer representa al proletario” F. Engels
Hablar de feminismo no me corresponde, como hombre, no pretendo mostrar ni apologizar una lucha que la mujer puede hacer por sí misma. Sin embargo, el punto principal sería tomar en cuenta, una crítica del trabajo por medio del feminismo. Separado de las luchas feministas tanto “radicales” como “institucionales” que pretenden liberar a la mujer mediante el trabajo y separado también del marxismo “tradicional” que hace crítica mediante el trabajo y no una crítica del trabajo, la separación del valor o la disociación del valor de Roswitha Scholz entra en la dinámica teórica del feminismo.
La mujer, durante mucho tiempo, no ha tenido un lugar dentro de una sociedad patriarcal y capitalista. Mediante el orden jerárquico imperante, que refuerza el Estado, el machismo y el valor. La mujer ha sido echada a un lado por los siglos de los siglos. Aunque algunos piensen que el capitalismo ha liberado a la mujer por obtener riqueza, puestos políticos o direcciones empresariales, esto solo refleja a una mujer dentro de las estructuras ejemplares del capitalismo como otra explotadora más, solo que como siendo mujer, se nota un carácter más “liberador” que dará así un beneficio para todas. De igual manera, la mujer sigue siendo ultrajada, golpeada, violada y desaparecida dentro de la lógica capitalista. Claro, con leyes que la favorecen, pero con una sociedad que rechaza las leyes pretendiendo librarse de su martirio introduciéndose a la cultura del Trabajo. El hombre, en la vida normal (o sea machista) puede ir a trabajar, ser explotado, pero aun así, ser ridículamente retribuido. Sin embargo la mujer, que se queda en casa, trabajando, cuidando niños, lavando ropa, etc. No tiene cuando menos una retribución económica. Porque aun siendo una mujer trabajadora, siempre seguirá siendo la ama de casa, o en una situación burguesa, será la que contratará a una ama de casa. Ofreciéndole un trabajo el cual la “libere” de su opresión. No confundamos las palabras, no queremos más de lo mismo, salario, trabajo o mejor retribución, queremos algo más que eso.
Dentro de la lógica patriarcal y capitalista, existe una separación de los roles de género que adentran, al hombre y a la mujer en especificidades del trabajo abstracto. Partiendo de que el hombre, culturalmente tiene un significado que impone intelectualidad y fuerza, mientras la mujer siempre ha sido reflejo de la delicadeza, la debilidad y la inferioridad. Esto recae por ende, en trabajos, donde la mujer no ha podido valorizarse dentro del capital, por ejemplo, en la educación de los hijos.
Ver hoy en día, algunos de los éxitos que la mujer ha obtenido dentro de las luchas sociales, no es un resultado del sistema, sino más bien, un rechazo a lo establecido en el sistema. El trabajo, no será la liberación de la mujer, su abolición será en cambio, una posibilidad de la liberación de la humanidad-plural. No existe un sistema que abarque la totalidad de las relaciones, hasta en el capitalismo existe las líneas de apoyo mutuo, estas son realizadas en su mayoría en la mujer, aquella que está como soporte del hombre que trabaja.
“La consecuencia es el cuestionamiento no solo de la repartición desigual… sino una crítica más fundamental. Se cuestiona el sistema de trabajo como un fin en sí”.(Scholz, 2000)
La nueva creación, el trabajo.
El trabajo, a diferencia como se le percibe en la actualidad, no es una actividad natural, es una relación que ha aparecido en la historia a partir de las relaciones sociales específicas. Anteriormente, en el siglo IV lo sumerios no tenían una palabra que significase trabajo o esclavo, fue después de las luchas y conquistas entre pueblos, actividad que en Perlman podría interpretarse como los inicios del Leviatán, cuando se fue incluyendo la definición de Zek (preso) que era lo más cercano al concepto de trabajo, un Sek era preso por alguna lucha intestinal entre los diferentes pueblos, quienes acogían a hombres para sus venganzas. Los administradores de las islas del Gulag, mencionan que danzar, acechar e incluso cazar no es parte del trabajo, al igual que los Tasaday, tribu descubierta en 1971 en una isla Filipina, no tienen una palabra que diferencie la palabra trabajo del juego, son lo mismo. Muchas sociedades antiguas, como las cazadoras-recolectoras no diferenciaban la actividad de trabajar con la de otra actividad. Cazar no era un trabajo, no imponía ni tiempo, ni obligación, simplemente una necesidad. Se conoce que las sociedades antiguas solamente dedicaban una muy corta parte del tiempo a realizar actividades que sustentaran necesidades básicas como alimento, ropa, etc. Es aquí cuando toda actividad era parte de la vida material y espiritual, no parte de una categoría específica del capitalismo. Estas sociedades vivían tal y como las definía J.J. Rousseau “el estado de naturaleza”, es aquí cuando todo aquello que provenía de la vida en contacto con la naturaleza se empezó a formar como salvaje, la vida de los salvajes, formas de vivir tan separada de la vida del trabajo y el mercado, esa forma de producir que genera excedentes.
Los Kung, son un pueblo libre estudiado por Fredy Perlman, decía que no cultivaban nada más que a ellos mismos, estaban determinados más que por su propio ser, no los determinaban los despertadores, ni las deudas, ni las órdenes de algún superior. Festejaban en todo momento, menos cuando dormían. “si los Kung visitaran nuestras oficinas y fábricas tal vez pensarían que estamos jugando”. ¿Por qué otro motivo estaríamos allí?
“¿el oso empieza a trabajar cuándo se dirige al arbusto de bayas? ¿Cuándo recoge la baya? ¿Cuándo abre la mandíbula? Si el ingeniero tiene algo de cerebro tal vez considere que el oso no distingue entre trabajo y juego. Si tiene imaginación puede que diga que el oso experimenta alegría desde el momento en que las bayas se vuelven granates y que ningún movimiento del oso son trabajo” (Pearlman, 1983).
Retomar la historia de las sociedades antiguas no implica el hecho querer regresar al pasado, tampoco, apoderándonos del estudio antropológico, queremos implantar en el ahora, la vida antigua, sino más bien, revisar la experiencia histórica de la vida orgánica. Metaforizar con las sociedades no-humanas y sus relaciones con la naturaleza, no busca caer en el juego que ha hecho la teoría burguesa, tomar las características naturales, apropiárselas e implantar una ideología que se compare a lo que sucedió con el darwinismo, la implantación en la sociedad el lema “la ley del más fuerte”, algo muy alejado de lo que pretendía el propio Darwin, argumentando la lucha social entre humanos que justificaban las relaciones competitivas del mercado. Es un juego difícil en la estructura teórica, pero retomando la parte histórica podremos comprender la no-naturaleza de lo que hoy en día llamamos sin rechiste trabajar. No trabajábamos, se nos obligó a trabajar.
¿Trabajo concreto y abstracto?
El valor, la mercancía, el tiempo (según Postone) y el trabajo, manejan una relación contradictoria en sus características, ambas tienen un yo reflejado del otro lado, el valor como valor de uso y a la vez de cambio. La mercancía que integra en sí la ambivalencia del valor con miras a convertirse en dinero, dejando a un lado la satisfacción de necesidades. El tiempo de acuerdo a “tiempo, trabajo y dominación social” puede ser vivido, pero a la vez puede ser contabilizado como proceso en el que se vive dentro del trabajo, trayendo grandes repercusiones físicas y psicológicas, no por nada la edad cronológica de una persona dedicada al trabajo puede ser de 30 años, pero su edad biológica de 40 o más.
El trabajo tanto concreto como abstracto, para algunos, puede ser separado, como si realizar una pintura con gran creatividad y delicadeza dentro de los trazos, no tuviera una mira a realizarse como dinero. El trabajo concreto, el acto de “realizar” dentro del capitalismo está ampliamente diseñado para caer por debajo del acto abstracto del trabajo. No haces una libreta solo para utilizarla, sino para ver si esta puede venderse y obtener algunas ganancias por ello. El trabajo concreto tanto está supeditado al tiempo de trabajo utilizado dentro de dicha mercancía, como lo está para poder relacionarse con otras mercancías que carecen de sus mismas especificaciones estandarizándose torno al valor, quiero decir con esto, que una mercancía X, puede, con características muy distintas a la de Y, relacionarse entre sí dejando a un lado las cualidades de dicha actividad y sometiéndose solamente al tiempo de trabajo que en ellas se encuentra. Por supuesto que aún se manejan algunas actividades sin fines de lucro, pero esas actividades ínfimas no reflejan amenaza alguna y otras simplemente mantienen la circulación del dinero, sin dejar de mencionar aquellas actividades que están adjudicadas al rol femenino que no intervienen en la valorización pero sí como apoyo a esta.
El trabajo está en casi todos lados y algo peor que el trabajo hoy en día es no tenerlo, a pesar de ser una miseria para la gran mayoría, el no tener trabajo nos aterra, y como categoría capitalista por esencia, sino trabajas no resaltas en las vida. “Aquel que no quiere o no es capaz de adaptar su comportamiento práctico a las condiciones del triunfo capitalista, ha de hundirse, o al menos no progresas lo bastante” (Weber, 1905). Muchos estamos dispuestos a vendernos, pero no todos tenemos la desgracia de hacerlo. La miseria de dedicar mis ocho, doce o más horas al día a un trabajo que cada vez se desvaloriza, es “mejor” que la miseria de no tenerlo.
Crisis del trabajo/capital
Hoy en día, las ciencias, desde sus inicios, han aportado inimaginables avances para la racionalización de la economía. Producir más, vender más barato y utilizar menos trabajadores, está dirigiéndose a consecuencias cada vez más catastróficas donde el capitalismo está abandonando unas de sus categorías esenciales, el trabajo. El despliegue de grandes masas de trabajadores hacia el no-trabajo ha producido la mayor miseria que la historia pueda imaginar. La microinformática, la bolsa, las burbujas especulativas, el crédito, etc. Es un nuevo reto que mantiene la inevitable descomposición del capitalismo, descomposición que no contiene las campanas de la victoria hacia un próspero futuro, sino al contrario, podríamos decir, que educados bajo el manto de la competencia durante siglos, podemos dirigirnos hacia nuevas formas de dominio ¿Más catastróficas? Muy seguro. Es por ello que el objetivo principal de trabajar no es la realización de los individuos, sino seguir manteniendo las leyes de la economía ¿No es por ello, que acabar con bosques y mares deja una buena retribución económica? es preferible acabar con el mundo, que dejar de trabajar.
Criticar el trabajo, es solo una parte teórica que tiene que desenvolverse dentro de las relaciones sociales existentes, como ya se ha repetido hasta el cansancio, abolir el trabajo no será solo sentarse a ver que ocurra un cambio, sino que será la completa realización de la vida viviéndola. Dejar de trabajar será crear en comunidad, satisfacer la necesidad, abandonar la autodisciplina del sujeto moderno, romper con el hombre económico, abandonar la producción de mercancías, el dinero, el valor, etc. Liberar el trabajo como premisa revolucionaria del siglo XIX no es suficiente, será desmantelarlo, no sabemos si dejaremos de mencionar la palabra trabajo, pero podemos derrumbar sus características existentes. La crítica al trabajo ha pasado por posmoderna, haciendo daño a los oídos susceptibles que no sabrían qué hacer sin el trabajo, sin producir, vender, comprar, etc. Pero esta crítica sin duda ha dado certeros golpes a los errores cometidos por los compañeros del pasado que buscaron un mundo mejor, encontrando sólo, la reformación de un nuevo capitalismo, otras nuevas formas de trabajo ¿Si el trabajo nace en los asilos de locos y en las prisiones del siglo XVII y XVIII, si el obrero trabaja hasta diez veces más que el artesano, si las “economías de subsistencia” vivían mejor que en el capitalismo y los esclavos tenían más días de descanso que cualquier trabajador moderno, ¿Por qué tendríamos que seguir trabajando? Sin apología, mencionaría que cualquier Monarca del siglo XVII le enseñaría a un capitalista a dominar sin repercusiones del trabajo. No podremos derrumbar el capitalismo sin dejar de trabajar. Desmantelemos el trabajo.
Bibliografía
Black, Bob (1985). La abolición del trabajo. Estados Unidos: Pepitas de calabaza.
Dael, Els Van (2007). El grupo de Moker. Francia-Holanda: Antisociales y Dolehond.
Jappe, Anselm (2003). Las aventuras de la mercancía. Francia: Pepitas de Calabaza.
Perlman, Fredy (1983). Contra el Leviatán. Estados Unidos: Editorial Segadores
Postone, Moise (2006). Tiempo, trabajo y dominación social. Estados Unidos: Editorial Marcial Pons.
Weber, Max (2009) La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Argentina: Editorial Virtual
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