Bases
Con la sedentarización, la gente comenzó a formarse una idea del área en la que vivía, su extensión y sus delimitaciones, las cuales eran principalmente determinadas por la naturaleza y por rasgos del paisaje. Los clanes y tribus que se habían establecido en un área determinada y vivían allí por largo tiempo desarrollaron las nociones de identidad común y de patria. Los límites entre lo que las tribus veían como su patria no eran aún fronteras. El comercio, la cultura o el lenguaje no eran restringidos por estos límites. Las fronteras territoriales permanecieron flexibles por largo tiempo. Las estructuras feudales prevalecieron en casi todos lados y de vez en cuando surgieron monarquías dinásticas o grandes imperios multiétnicos con fronteras constantemente cambiantes y muchos idiomas y comunidades religiosas diferentes, como el Imperio Romano, el Imperio Austro-Húngaro, el Imperio Otomano o el Británico. Éstos sobrevivieron a largos períodos de tiempo y muchos cambios políticos porque su base feudal les permitía distribuir flexiblemente el poder dentro de un rango de poderes más secundarios, o sea, pequeños.
1. Estado-Nación y Poder
Con la aparición del intercambio comercial en el Estado-Nación, el comercio y las finanzas impulsaron la participación política y posteriormente agregaron su poder a las estructuras estatales tradicionales. El desarrollo del Estado-Nación al comienzo de la Revolución Industrial, hace más de doscientos años, fue de la mano, por un lado, con la acumulación no regulada de capital y, por el otro, con la explotación sin obstáculos de la población en rápido crecimiento.
La nueva burguesía que emergió de esta revolución quería to-mar parte en las decisiones políticas y las estructuras del Estado. El capitalismo, su nuevo sistema económico, se convirtió así en un componente inherente al nuevo Estado-Nación. El Estado-Nación necesitaba de la burguesía y del poder del capital para reemplazar el viejo orden feudal y su ideología, que descansaba en estructuras tribales y derechos heredados, por una nueva ideología nacional que uniera a todas las tribus y clanes bajo el mismo techo de la nación.
De esta manera, el capitalismo y el Estado-Nación se enlazaron de manera tan cercana que ninguno se podía imaginar sin la existencia del otro. Como consecuencia de esto, la explotación no sólo fue aprobada por el Estado fue incluso estimulada y facilitada. Pero sobre todo, el Estado-Nación debe ser pensado como la máxima forma de poder. Ninguno de los otros tipos de Estado tiene tal capacidad de poder. Una de las razones principales es que el estrato superior de la clase media ha estado conectado al proceso de monopolización de manera más creciente que nunca.El Estado-Nación en si mismo es el monopolio más completo y desarrollado. Es la unidad más desarrollada de monopolios como el comercio, la industria, las finanzas y el poder. Uno debería también pensar el monopolio ideológico como parte indivisible del monopolio de poder.
2. El Estado y sus raíces religiosas.
Las raíces religiosas del Estado ya han sido discutidas en detalle (A. Öcalan, Las raíces de la civilización, Londres, 2007). Muchos conceptos y nociones políticas contemporáneas tienen su origen en conceptos o estructuras religiosas o teológicas. Realizar, una mirada más cercana revela que la religión y la imaginación divina mostraron las primeras identidades sociales de la historia. Éstas formaron el pensamiento ideológico de muchas tribus y otras comunidades pre-Estado definiendo su existencia como comunidades.
Posteriormente, después de haberse desarrollado las estructuras estatales, los nexos tradicionales entre Estado, poder y sociedad comenzaron a debilitarse. Las ideas y prácticas sagradas y divinas que habían estado presentes en el origen de la comunidad perdían su significado en pos de la identidad común y fueron, en su lugar, transferidas a estructuras de poder como las de los monarcas y dictadores. El Estado y su poder derivaban de la voluntad y la ley divina, y su soberano se transformaba en rey por la gracia de Dios. Ellos representaban el poder divino en la Tierra.
Hoy, la mayoría de los Estados modernos se llaman a si mismos seculares, reinvindicando que los viejos lazos entre religión y Estado han sido coartados y que la religión ya no es parte del Estado. Esto es discutiblemente sólo parte de la verdad. Incluso si las instituciones religiosas o representantes del clero ya no participan en la toma de decisiones política y social, ellos aún tienen en cierta medida influencia sobre estas decisiones ya que ellos mismos están influenciados por ideas y desarrollos políticos y sociales.
Por lo tanto, el secularismo o laicismo como se lo denomina en Turquía, aun contiene elementos religiosos. La separación de Estado y religión es el resultado de una decisión política. No se dio naturalmente. Esta es la razón por la cual incluso hoy en día el poder y el Estado parecen algo dado, podría decirse incluso, dado por Dios. Nociones como Estado secular o poder secular permanecen ambiguas.
El Estado-Nación también tiene asignado un número de atributos que sirven para reemplazar viejos atributos religiosamente enraizados como: nación, patria, bandera nacional, himno nacional y muchos otros. Particularmente nociones como la unidad de Estado y nación sirven para trascender las estructuras políticas materiales y son, como tales, representaciones de la unidad con Dios pre-estatal. Éstas han sido puestas en el lugar de lo divino.
Cuando en otros tiempos una tribu subyugaba a otra tribu sus miembros tenían que rendir culto a los dioses de los vencedores. Podríamos llamar a este proceso, proceso de colonización, incluso de asimilación. El Estado-Nación es un Estado centralizado con atributos casi divinos que ha desarmado a la sociedad por completo y monopoliza el uso de la fuerza.
3. La Burocracia y el Estado-Nación
Desde que el Estado-Nación trasciende su base material, los ciudadanos, asumen una existencia más allá de sus instituciones políticas. Requiere instituciones adicionales propias para proteger su base ideológica, además de legal, económica y sus estructuras religiosas. Lo que resulta de la burocracia militar y civil es costoso y sirve únicamente a la preservación del estado trascendental en si mismo, que a cambio eleva la burocracia por encima de la gente.
Durante la modernidad europea el Estado tenía todos los medios a disposición para expandir su burocracia en todos los estratos de la sociedad. Allí creció como un cáncer, infectando toda vida en sociedad.
La burocracia y el Estado-Nación no pueden existir el uno sin el otro. Si el Estado-Nación es la columna vertebral de la modernidad capitalista, ciertamente es también la jaula de la sociedad natural. Su burocracia asegura el funcionamiento fluido del sistema, las bases de la producción de bienes y los beneficios para los actores económicos relevantes tanto en el Estado-Nación real y socialista, como en el favorable a las empresas.
El Estado-Nación domestica a la sociedad en nombre del Capitalismo y aliena a la comunidad de sus fundamentos naturales. Cualquier análisis con la intención de localizar y resolver problemas sociales necesita observar de cerca estas conexiones.
4. Estado-Nación y Homogeneidad
El Estado-Nación en su forma original apuntaba a la monopolización de todos los procesos sociales. Debía lucharse contra la diversidad y la pluralidad, un enfoque que llevó a la asimilación y al genocidio. No sólo explota las ideas y el potencial laboral de la sociedad y coloniza las cabezas de las personas en nombre del capitalismo, sino que también asimila todo tipo de culturas e ideas espirituales e intelectuales para preservar su propia existencia. Apunta a la creación de una cultura nacional única, una única identidad nacional y una única comunidad religiosa unificada. De esta manera también refuerza una ciudadanía homogénea.
La noción de ciudadano ha sido creada como resultado de la búsqueda de tal homogeneidad. La ciudadanía de la modernidad no define más que la transición hecha desde la esclavitud privada a la esclavitud estatal. El capitalismo no puede conseguir beneficios en ausencia de tales ejércitos de esclavitud moderna. La sociedad nacional homogénea es la sociedad más artificial que haya sido creada y es el resultado del “proyecto de ingeniería social”. Estas metas son logradas generalmente por el uso de la fuerza o por incentivos financieros y han desembocado, con frecuencia, en la aniquilación física de minorías, culturas e idiomas o en la asimilación forzada.
La historia de los dos últimos siglos está llena de ejemplos que ilustran los intentos violentos por crear una nación que corresponda con la realidad imaginaria de un verdadero Estado-Nación.
5. Estado-Nación y Sociedad
Suele decirse que el Estado-Nación se preocupa por el destino de la gente común. Esto no es verdad. Es, más bien, el gobernador nacional del sistema capitalista mundial, un vasallo de la modernidad capitalista, la cual está más profundamente enredada en las estructuras dominantes del capital de lo que solemos asumir. Es una colonia del capital. Sin considerar cuán nacionalista el Estado-Nación pueda presentarse, sirve en la misma medida a los procesos capitalistas de explotación.
No hay otra explicación para las horribles guerras de redistribución de la modernidad capitalista. Así, el Estado-Nación no se inmiscuye con la gente común – es un enemigo de la gente.
Las relaciones entre otros Estados-Nación y los monopolios internacionales son coordinadas por los diplomáticos del Estado-Nación. Sin el reconocimiento de otros Estados-Nación ninguno de ellos podría sobrevivir. La razón puede encontrarse en el sis-tema capitalista mundial. Los Estado-Nación que abandonen la falange (conjunto de numerosas personas unidas para un cierto fin) del sistema capitalista serán dominados por la misma suerte que el régimen de Saddam experimentó en Irak o serán puestos de rodillas por medio de embargos económicos.