Ésta es la última parte de una serie de interpretaciones sobre la historia de la Unión Soviética, las cuales si bien en un principio eran planteadas como respuesta a un pésimo artículo del grupúsculo Comunistas Unidos, hoy es ya un ejercicio colectivo e interpretativo que nos ha llevado al dialogo crítico entre compañeros marxistas y anarquistas.
A continuación presento un resumen de la conversación con Mikola Dziadok, activista bielorruso que ha dedicado su militancia a la crítica del autoritarismo del presidente/dictador de dicho país, desarrollando proyectos de medios libre, entre otros proyectos.
Pueden revisar las primeras dos entregas de Al Borde de la Pizza en los siguientes enlaces:
- Al Borde de la Pizza I: Los Bolcheviques al Poder. Pero… ¿Para qué el Poder?
- Al Borde de la Pizza II: El mito de Stalin

Pareciera sumamente difícil comprender los procesos de una nación que poco o nada tienen que ver con la tuya, la dificultad aumenta si dicho país no sigue del todo el discurso de la democracia neoliberal al que se nos ha acostumbrado en Occidente. En el caso específico de Rusia y la ex Unión Soviética nos encontramos que por un lado la información que nos llega suele tergiversarse en favor del imperialismo norteamericano; por otro lado, la gran gama de socialistas que idolatran a la URSS suelen compartir información que se produce desde los Estado que ellos consideran socialistas.
Para posicionarnos en contra de ambos polos, conversamos con Mikola Dziadok -activista y estudiante de Ciencias Políticas, originario de Bielorrusia- sobre diversas cuestiones del pasado reciente de Bielorrusia, partiendo de su historia familiar, la educación escolar, la relación con Rusia y el futuro que se asoma para Bielorrusia y el resto de los países euroasiaticos.
El abuelo paterno de Mikola era un propagandista dentro del Partido, formó parte del ejército y combatió durante la Segunda Guerra Mundial, su padre siguió dichos pasos y casi toda su vida fue funcionario de gobierno y por lo tanto miembro del Partido, hasta que con la Glasnot se dio cuenta de los excesos autoritarios del mismo y decidió abandonarlo definitivamente en 1990. Mientras que sus abuelos maternos fueron expulsados de su lugar de origen durante el proceso de colectivización del campo, razón suficiente para que su madre no participara en los asuntos de la política oficial. Gracias a las experiencias de su familia y a su propia formación política, Mikola mantiene una visión crítica ante la inundación de propaganda del gobierno bielorruso.
Dicho gobierno tiene como cabeza a Aleksandr Lukashenko quien asciende al poder en 1994 tras duros años de desempleo, hambre e inestabilidad política tras la desmantelación de la URSS. Su discurso de nostalgia para con los valores soviéticos le han dado cierta legitimidad entre la gente. Pero la realidad es muy distinta, se encuentran en condiciones deplorables, Mikola pone como ejemplo el hecho de que una gran mayoría de las y los trabajadores viven con un sueldo de 100 dólares al mes, lo que apenas alcanza para cubrir las necesidades básicas, él mismo se pregunta cómo es que han hecho para sobrevivir tantos años con estas condiciones.
Con la llegada de Lukashenko, el Estado continuó la política de concentración económica en las empresas primordiales como el agua, la electricidad y el gas, siendo el propio dictador, su familia y sus colaboradores más cercanos quienes mantienen los monopolios de éstas y la mayoría de industrias del país. El 80% de las empresas se manejan bajo el control del Estado. Aún con dicha intervención, las empresas son manejadas como empresas neoliberales cualquiera
Por las razones expuestas, es claro que en Bielorrusia no existe la libertad de mercado, cada inversión pasa por las manos del Estado, mientras que el resto sirven para mantener las relaciones mínimas necesarias con el mercado occidental, pero la mayoría de las empresas transnacionales prefieren no llegar a Bielorrusia precisamente por el nivel de corrupción y concetración económica que lleva acabo Lukashenko y su grupo. Mikola describe al sistema económico bielorruso -y ruso- como un neoliberalismo burocrático criminal.
Hay que destacar el papel que tiene Rusia en la región euroasiática. Dicho país funciona como centro económico en el que el resto de los países de la región basan su economía, siendo el gas el producto predilecto de la relación entre Bielorrusia, el resto de los paises exsoviéticos y Rusia. En realidad Rusia es el centro imperial de la región. Las relaciones coloniales de Rusia hacia Bielorrusia se manifiestan también en el ámbito cultural. Los medios de comunicación hegemónicos, así como la educación básica y superior se imparten en ruso, de hecho, la mayoría de los ciudadanos bielorrusos no hablan su idioma nacional.
Ante el panorama planteado, debemos dejar en claro que en la actualidad existen tres centros imperialistas de gran importancia, Estados Unidos de América, Rusia y China. Y los tres centros imperialistas mantienen relaciones coloniales con los países vecinos y estratégicos. A pesar de las diferencias entre los tres centros; es comparable la situación colonial de los países latinoamericanos con el centro estadounidense, la relación de Bielorrusia y los países euroasiáticos con Rusia, así como de los países del sur y sureste de Asia con China.
Dicha situación hace necesario plantearse la pregunta ¿Cuál es la situación de resistencia ante dichas relaciones de dependencia de los Estados-Nación? Pareciera que la respuesta aplica también para una gran cantidad de países colonizados que mantienen el espectáculo de la democracia burguesa, al menos en el ambito urbano.
Mikola nos explicó que en Bielorrusia no existen movimientos sociales como tales, sino que existen múltiples grupos políticos que se identifican como oposición pero que dependen del juego democrático. Existe un Parlamento y elecciones, pero dicho proceso sirve como espectáculo para las potencias de Occidente ya que la mayoría del Parlamento y en general de la estructura estatal dependen de Lukashenko. Y cuando llegan otros partidos a participar en el aparato estatal suelen ser los más moderados, los más alineados o los más corruptos. Existen sindicatos pero éstos actúan bajo los límites que se imponen, apoyan al gobierno o se enfrentan a la represión y la cárcel. Lo mismo va para los activistas independientes, sobretodo para el sector anarquista, siendo dicha tendencia cada vez más popular, aunque se enfrenta a la represión directa. Ser anarquista en Bielorrusia es ilegal.
Con semejante situación Mikola sabe que el futuro de Bielorrusia no será color de rosa. Una vez que Lukashenko caiga, porque en algún momento todos los dictadores caen, lo más probable es que Rusia busque anexar a Bielorrusia; la hegemonía del país que alguna vez fue el centro de la revolución proletaria busca crecer en la región euroasiática como quedó demostrado en el conflicto más reciente de Crimea y la inestabilidad política de Ucrania.
El escenario pinta para que en un futuro las y los socialistas revolucionarios volteen a ver a Bielorrusia, ante esto Mikola nos comparte un mensaje muy claro que nos permitimos citar textualmente:
A pesar de toda la mierda de propaganda pro-comunista, pro-socialista que nos inunda en los medios y en las escuelas, y a pesar de la nostalgia que Lukashenko tiene por la URSS; vivimos en un país capitalista, burocrático y neoliberal con una enorme desigualdad, enorme pobreza donde no existe la plena libertad para expresarse libremente, para vivir en la libertad de resolver tus problemas, donde existe brutalidad policiaca. Mucho de esto es herencia del periodo soviético, donde la maquinaria estatal se impuso violando a nuestra gente, nuestro país, nuestra cultura nacional, imponiéndose la autoridad del partido. La gente en occidente suele creer en esa mierda socialista que se crea en los medios de comunicación, pero esa retórica no ha ayudado a mejor la vida de las personas en lo absoluto. Lo que la gente necesita es libertad para hacer, libertad para determinar sus vidas. Es por eso que yo y mis compañeros somos extremadamente críticos con la historia de la URSS y su herencia, el socialismo y el bolchevismo, ya que hemos visto como esto puede derivar en una brutal dictadura.

La revisión que nos propusimos realizar en Al Borde de la Pizza es clara y concisa, más no por ello total o falta de errores. En resumen podemos precisar que lo que hace 100 años comenzó como la revolución del pueblo ruso, terminó hoy siendo nada más que un discurso para justificar la expansión imperial. Ante esto les anarquistas no podemos perder la visión de nuestro movimiento, el rechazo total a los Imperios, a todos los Estados, todos los amos y todos los dioses.
Por si tenían la duda…
El nombre de esta serie se debe a un comercial de la empresa de comida rápida Pizza Hut, en dicho comercial el presidente Gorbachov (encargado de realizar las primeras reformas de transparencia y libre mercado que culminan con la desintegración de la URSS) y su nieta entran a un restaurante de dicha cadena desatando una discusión entre tres personas de distintas generaciones.
El joven -perteneciente a la generación nacida al final de la URSS- argumenta a favor del expresidente por las mencionadas reformas, mientras que el adulto –perteneciente a la generación nacida durante la segunda guerra mundial- argumenta en contra apelando a mejores condiciones de vida en el pasado; la discusión llega a la conclusión que da la anciana –perteneciente a la generación de los planes quinquenales- quien alaba la llegada de la pizza gracias a las reformas de Gorbachov y con dicho argumento todos los presentes se ponen de pie y saludan al expresidente con una rebanada de pizza.
Al principio nos preguntamos si había valido la pena la llegada de la pizza y la caída de lo que ellos llaman socialismo real o peor, comunismo. Creemos que este corto repaso por los tres momentos clave de la historia de la URSS puede ayudar a contestar dichas dudas.
Un comentario sobre “Al Borde de la Pizza III: Nuevos imperios, viejos engaños (Entrevista con un activista bielorruso)- Arnoldo Diaz”