Texto por Arnoldo Diaz
Desde que comenzamos con el proyecto de la revista Av. Aztlán hemos escuchado diversas historias y experiencias sobre lo que es o fue vivir a las faldas del Topo Chico. Todas son historias interesantes y valiosas, pero hay una que nos ha llamado la atención por ser tan conocida por la gente mayor como desconocida por la gente joven: La matanza en la colonia Granja Sanitaria (llamada hoy Valle de Santa Lucia).
Tal acontecimiento dejó una herida profunda en nuestros barrios, en la memoria de muchas familias, pero cada quien la cuenta como la recuerda o como se la contaron. Por eso nos hemos propuesto el realizar este relato para dar una versión concisa pero rica en fuentes que pueda sobrepasar los prejuicios torpes y los intereses partidistas.
Pero para comprender los hechos de la matanza tenemos que ir un poco más atrás. En la década de 1960 el Área Metropolitana de Monterrey crecía a pasos agigantados, grandes cantidades de migrantes de otros municipios de Nuevo León y de otros estados como San Luis Potosí, Tamaulipas, Zacatecas, etc., llegan a poblar la ciudad industrial.
Ya para 1970 la metrópoli alcanzó los 1.3 millones de habitantes, de los cuales 86 mil familias de migrantes se dedicaban principalmente a la industria de la construcción, al pequeño comercio y a los servicios domésticos.
Conforme la ciudad crecía se iban presentando problemas que dejaban ver que una fuerte crisis se venía encima. La crisis se le intentó atribuir a la llegada masiva de migrantes, pero los factores que propiciaron la crisis fueron: la falta de una distribución justa del salario, los escasos empleos realmente productivos, la alta especulación de la tierra por parte de la iniciativa privada y el desinterés de los gobiernos locales.
De esta crisis el principal problema a resolver era la cuestión de la vivienda, que ya para entonces era reconocido como derecho humano pero que en México poco se hacía por procurar viviendas decentes a los y las trabajadoras.
En Nuevo León, las grandes industrias se encargaban de crear colonias y viviendas para sus empleados, pero el resto de las tierras las mantenían baldías para aumentar su valor. El gobierno estatal era el encargado de proporcionar la vivienda para el resto de la población, pero constantemente fueron ignorados los proyectos para lograr la construcción de viviendas dignas, y aunque se contaba con instituciones como Infonavit, Fovissste y el Fovime, eran pocos quienes podían adquirir una casa o un terreno.
En 1970 el precio de una vivienda digna era de $ 44,987.00 que equivalía a 1428 veces el salario mínimo que en aquél año fue de $31.50 diarios, es decir, una vivienda costaba alrededor de 3 años 9 meses de salario mínimo dedicándolo íntegramente a pagar su vivienda. Entre 1974 y 1979 el valor de una vivienda pasa de 4 años 5 meses a 5 años 8 meses de salario mínimo.
Para rematar, la Comisión de Desarrollo Urbano del Gobierno de Nuevo León estimaba que el 19.8% de las viviendas estaban construidas con materiales inadecuados, 10% no contaba con agua ni drenaje y 6.2% presentaba condiciones de hacinamiento. No existía la vivienda digna para la mayoría de la población regiomontana.
Las reacciones de la gente no se hicieron esperar, y continuando la larga tradición revolucionaria del campo mexicano, se empezaron a llevar a cabo las primeras tomas de tierras a nivel masivo. En un principio, la toma «ilegal» de la tierra estaban dentro del margen corporativo del partido oficial (el PRI), siendo la Confederación de Organizaciones Populares (CNOP), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) quienes ayudaban a organizar estas tomas para después regularizar a través de la Oficina de Colonos y Posesionarios (OCP).
Aún con el apoyo de las centrales obreras, la situación estaba lejos de resolverse, una enorme cantidad de familias seguían sin vivienda propia o digna. Por lo que migrantes, estudiantes y comunistas empiezan a organizarse para tomar la tierra sin depender del gobierno, fundando así colonias como la Mártires de San Cosme (1971), Mártires de Tlatelolco y Genaro Vázquez Rojas (1972), Moctezuma, Tierra y Libertad, Felipe Ángeles y Revolución Proletaria (1973), Avance Proletario (1974), Francisco Villa, Liberación Proletaria y Atoyac de Álvarez (1975). Mil quinientas familias que fundaron las colonias ya estaban en la ciudad, hacinados con conocidos y familiares o en las vecindades que se extienden a lo largo de la avenida Bernardo Reyes, pero la gran mayoría eran de origen migrante.
Cabe mencionar que la Granja Sanitaria no es una colonia fundada por posesionarios, aunque sin duda también hay quienes llegaron a tomar terrenos en la misma y contaba con su asamblea vecinal como el resto de las colonias de la zona. También la mayoría de quienes fundaron la Granja son de origen migrante.
Dichas colonias desarrollaron la revolución dentro de sus territorios, quizá en otra ocasión podremos detallar la forma de organización de éstas, pero por mientras podemos mencionar que fue gracias al trabajo colectivo de cada vecino y vecina que se logró construir los drenajes, la escuela, la pequeña cárcel, y todas las actividades que eran necesarias para lograr su bienestar. La mayoría de estos avances se hacen sin ayuda del gobierno ni de los empresarios, otra veces se ganaban en base a la protesta; eso le daba mucho miedo a miedo a la élite.
10 días antes del 18 de febrero de 1976 empezaron las tensiones en la colonia San Ángel (norte) debido a que los vecinos se oponían a las obras de electricidad ya que les cobrarían por ellas. Dichas negativas fueron pretexto para que decenas de granaderos se mantuvieran sobre la Av. Aztlán para vigilar la entrada a la calle Emiliano Zapata, columna vertebral de la Granja Sanitaria que da acceso a la colonia San Ángel.
Ante tal amenaza, los y las vecinas de la zona comienzan a inquietarse, y rápidamente forman una barricada en la entrada de Emiliano Zapata para impedir que la policía entre a la colonia. Pasan los días y la policía permanece, son muchos los testimonios de gente que iba para el trabajo o la escuela y se topaba con un montón de granaderas, pero poco les sorprendía ya que estaban acostumbrados a la constante vigilancia y acoso por parte de los policías.
Pero en la madrugada, entre el día 17-18, ya había demasiada tensión y por lo mismo los testimonios varían pero todos coinciden en que por una u otra razón la policía intentó detener a un grupo de vecinos y éstos no se dejaron, al resistirse empezaron a lanzar piedras y comenzó el pleito. Los oficiales de la Policía de Protección Ciudadana solicitaron refuerzos y rodearon por completo el predio de la Granja Sanitaria, pero los vecinos también tenían sus refuerzos, los jóvenes de la colonia Pancho Villa se fueron para apoyar a los de la Granja Sanitaria y es entonces cuando comienzan los disparos.
Hasta donde hemos podido investigar sabemos que existieron tres puntos de fuerte agitación: 1) En el cruce de Emiliano Zapata con la calle Luis Echeverría, cerca del arroyo, donde vecinos y vecinas acorralaron a una patrulla que arrestó sin justificación a un grupo de vecinos. 2) El terreno en Emiliano Zapata esquina con Av. Aztlán, donde se instaló la barricada vecinal y donde había mayor cantidad de elementos policiacos. Ahí caen los 5 muerto de la Pancho Villa. 3) En la calle Pedro Zorrilla, entre las calles Alfredo Bonfil y Natalio Vázquez, donde cayó el muerto número 6, un joven de la Granja que nada tenía que ver con el movimiento. No existe un número exacto de heridos aquel día, pero la mayoría de los heridos se presentaron en los últimos dos puntos.
No existe claridad sobre por qué los policías comenzaron a disparar, pero en El Norte éstos dieron un sinfín de excusas; unos afirmaban que los vecinos tenían armas, otros que confundieron las piedras con balas. Incluso la policía mostró a los medios de comunicación patrullas balaceadas supuestamente por los colonos, pero algunos años más tarde el Capitán Gilberto Carretero (responsable de Inteligencia Militar asignado al área del Topo Chico en aquella época) confesó que, después de terminado el enfrentamiento, observó a los policías disparando contra sus propias patrullas para justificar el ataque contra la gente.
Los 6 compañeros caídos eran de la colonia Pancho Villa sus nombres son: José Nava García, Canuto Cruz Galán, Rubén Gutiérrez, Antonio Álvarez López, Antonio Franco Hernández y Pablo Hernández.
Al escuchar la noticia, rápidamente se fueron juntando los vecinos en el punto del enfrentamiento, el cual era usado regularmente como espacio para la asamblea de la Granja Sanitaria. Pronto se juntaron alrededor de 10 mil personas entre locales, trabajadores y estudiantes, y todos acompañaron a las 5 carrozas hacia el panteón San Jorge ubicado en la avenida Linconl. Las 5 carrozas no iban solo acompañados de la gente, también les seguía una enorme cantidad de camiones urbanos, algunos secuestrados por los estudiantes y otros entregados voluntariamente por los choferes para que la protesta pudiera mandar un mensaje claro al gobierno: ¡Ni perdón, ni olvido!
Una vez en el panteón muchos se tuvieron que quedar afuera ya que con tanta gente se podía maltratar las lápidas del campo santo. El panorama estaba cubierto de gente y de mantas exigiendo justicia, una de las frases más recurrentes en el momento era la de “No un minuto de silencio, sino toda una vida de lucha”, y con esa idea es que se empieza a organizar la campaña exigiendo justicia para los familiares de los compañeros caídos.
El movimiento pedía tres cosas concretas. Indemnización a las familias, destitución y castigo para los responsables materiales e intelectuales, y que el gobierno reconociera que se había reprimido con balas a vecinos que respondían con piedras. Ninguno de estos objetivos se cumplió, en cambio el presidente Luis Echeverría dio apoyo económico para la creación de cooperativas de trabajo y unidades de producción para generar empleo dentro de las colonias.
Para septiembre de 1976 las organizaciones de colonos y trabajadores que se habían reunido a causa de la matanza deciden organizar el Frente Popular Tierra y Libertad, que en aquel momento se conformaba por: 31 colonias de posesionarios, 16 vecindades, 3 uniones ejidales y 3 organizaciones de trabajadores que eran la unión de choferes, unión de comerciantes y la unión de fotógrafos.
Tras la enorme movilización de 1976 las cosas no mejoraron gran cosa, las cooperativas y las unidades que había apoyado el gobierno fracasaron con el tiempo. La organización creció pero con ella también crecieron los egos y los intereses de los líderes, complicando y comprometiendo los avances del movimiento.
Para empeorar las cosas, el hostigamiento y vigilancia de la policía aumentó una vez que llegó a la gobernación el conocido asesino de estudiantes Alfonso Martínez Domínguez en 1980, que reforzó la presencia militar en la ciudad, particularmente en las colonias del Topo Chico. Junto con el aumento del ejército también se viene el aumento del narcotráfico y la drogadicción, que si bien siempre habían existido, es hasta la década de 1980 en que empieza a tomar la forma que hoy conocemos.
También el movimiento se enfrentaba al crecimiento instituciones como Fomerrey y Tierra Propia, que fueron creados para dar vivienda digna a los trabajadores, pero en realidad solo buscaban entregar papeles y pedazos de tierra para que los nuevos migrantes no se incorporaran a las organizaciones de colonos. Para 1990 la mayoría de las colonias ya habían sido regularizadas por el gobierno, el Frente Popular Tierra y Libertad estaba ya dividido por los conflictos de sus líderes y abre paso al Partido del Trabajo, partido que presume ser de izquierda pero no ha dudado en aliarse con el PRI para salir adelante.
Son muchas las lecciones que podemos rescatar de esta experiencia, por ejemplo, podemos ver como el gobierno usa a los medios para crear versiones distorsionadas de los hechos para su propio beneficio, es decir, los medios de comunicación no son neutrales. Otra lección sería que la policía siempre está ahí pero pocas veces lo está para protegernos, la policía está para proteger a los ricos y sus intereses aunque esto signifique vigilar, arrestar o hasta matar al pueblo al que juran proteger.
Llama la atención una lección en particular. La historia de lo que pasó en aquellos años ha sido contada por todos menos por quienes lo vivieron. Cada líder y cada seguidor de un líder tienen su propia versión. Ya sean del PT, del PRI o de la Asociación Civil Tierra y Libertad, cada líder cuenta su historia y acusa al otro líder de ser el culpable, no solo de la matanza sino en general de la caída del movimiento.
Es por esto que en Av. Aztlán nos preguntamos ¿Y para qué queremos líderes? Si la gente era la que se organizaba, la que discutía, la que tomaba las decisiones y las hacía realidad ¿Para qué pelearse por si un líder tiene mayor cantidad de verdad? La única verdad es que la historia de la Masacre del 18 de febrero y del movimiento por la tierra no es una historia exclusiva de un partido o de una colonia, es una historia de los pueblos oprimidos del mundo y ésta es nuestra pequeña aportación para que dicha historia no se olvide.
-Glosario:
1. Especulación: Compra de un bien que no es utilizado sino que está prevista para revenderse una vez que su valor haya aumentado.
2. Hacinamiento: Amontonamiento o acumulación de personas en un solo lugar, el cual no cuenta con las dimensiones físicas para albergarlos.
3. Barricada: Obstáculo improvisado utilizado para impedir el paso al enemigo. Su uso es común en las revueltas populares.
Publicado originalmente en Av. Aztlán Febrero 2018
-Este texto fue construido tomando como base el siguiente material:
Entrevista con Jacinto Medina por Fanny
María de los Ángeles Pozas, “Los marginados y la ciudad” La marginación urbana en Monterrey de Victor Zuñiga y Manuel Ribeiro (1990)
Roberto García Ortega, “La conformación del área metropolitana de monterrey y su problemática urbana 1930-1984” en Nuevo León en el Siglo XX. La Industrialización: del segundo auge industrial a la crisis de 1982 de Isabel Ortega Ridaura (2007)
Gustavo Garza, “Estructura urbana y gestión municipal en el Área Metropolitana de Monterrey” en Monterrey 400. Estudios históricos y sociales de Manuel Ceballos Ramírez (1998)
Jesús Puente Leyva, Distribución del ingreso en un área urbana: el caso de Monterrey. (1973)
Meno Vellinga, Desigualdad, poder y cambio social en Monterrey. (1988)
José Ricardo González Alcalá, Estado, Política Social de Vivienda y Autoconstrucción: El sistema de consolidación habitacional en las urbanizaciones populares bajo el neoliberalismo (El caso del Área Metropolitana de Monterrey). (2003)
La Radio y los días. 18 de febrero ¿No se olvida? [Parte 1] http://radiolameramera.blogspot.mx/2010/02/18-de-febrero-no-se-olvida-1.html
La Radio y los días. 18 de febrero ¿No se olvida? [Parte 2] http://radiolameramera.blogspot.mx/2010/02/la-radio-y-los-dias-18-de-febrero-no-se.html
Y así fue que les perdimos la confianza de Asael Sepúlveda
http://www.15diario.com/15diario/10/02/100218/18asael.html
Recordando a nuestros muertos de Granja sanitaria en 1976… de Raúl Rubio.
http://democratanortedemexico.com/portalwp/2017/02/recordando-a-nuestros-muertos-de-granja-sanitaria-en-1976/