Réquiem a Camatte – Alejandro Camacho

Contra la domesticación del capital, pasión por el comunismo: Introducción al pensamiento de Camatte

Por Alejandro Camacho – Baquero del Mediodía

El tiempo no deja de avanzar, y lamentablemente, se lleva consigo al importante pensador comunista, Jacques Camatte (1935-2025). Su muerte, ocurrida el 19 de abril, representa un importante recordatorio de lo que deja, lo cual es una importante bibliografía de pensamiento marxista. A pesar de las diferencias teóricas que siempre mantuvo con las distintas líneas del comunismo –sean del oficialismo soviético o de la herejía izquierdista-, el reconocimiento se le debe otorgar a quienes hayan dedicado su vida al entendimiento del capital, su funcionamiento, y con ello, preparar la antesala de la revolución por venir en una total pasión por el comunismo.

Heredero de la tradición izquierdista del comunismo italiano. Amadeo Bordiga (1889- 1970), miembro fundador del Partido Comunista Italiano se convierte en su maestro directo, aunque llega a desarrollar interés en las otras ramas del comunismo de izquierdas como el consejismo germano-holandés. Con tales inspiraciones, y con una militancia temprana en el Partido Comunista Internacionalista (PCI), llega a desarrollar sus propios escritos, en la que destacaría la revista Invariance, publicada desde 1968.

Una de sus aportaciones más importantes, es la conceptualización de la Domesticación. Partiendo de la Gemeinwesen marxista –la comunidad expresa de forma subjetiva sobre el individuo- llega a la conclusión que el capital ha recompuesto ya al hombre, y por tanto al proletario, a su imagen y semejanza. La construcción de esta Torre de Babel omnipresente e infinita, cimentado en el DM-D’, no solo ha requerido de la violenta expropiación de los bienes comunales, sino también de la subordinación de las insurrecciones históricas que pactaron con el capital a cambio de mantener las banderas rojas, aunque están realmente se hubieran desteñidas hasta quedar blancas. Citando directamente a Camatte, “Formábamos un ejército de estatuas de sal vueltas hacia el pasado, incluso cuando creíamos codiciar el futuro”.

Aunque dicha descripción pareciera que buscara restarle peso al proletariado, en realidad, entiende que está acompañada del resto de la humanidad, como clase universal esclavizada también por el capital. En lugar de buscar folklorismos obreristas en fábricas dickensianas ya inexistentes o en el rancio fordismo ya solo añorado por Trump y compañía, tenemos que reconocer que las luchas por el aumento salarial, por la mejoría de las condiciones laborales y por los derechos civiles son aceptadas por el sistema capitalista como válvulas de escape que pueden abrir y cerrar.

Hay que evidenciar la crisis en cada ser; evidenciar que, con cada pulso de muerte, con cada genocidio, con la sangre y el lodo que ebullen del capital, existen instituciones ligadas con pesadas cadenas a él. La socialdemocracia de Morena, la reacción conservadora, el sindicalismo –charro o no- son manifestaciones de sectores luchando por obtener un cómodo lugar en las acolchonadas butacas del espectáculo burgués. En cambio, para Camatte, el comunismo no era activismo ni la agitación en el último vagón de la burguesía, es una necesidad histórica de toda la especie, y dicha inevitabilidad resulta de un peso inconmensurable.

¿Qué nos queda entonces? ¿Qué hacer? Volvamos a Marx, al viejo Marx: “En vez del lema conservador de: «¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!», deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: «¡Abolición del sistema de trabajo asalariado!»” Pero dicha abolición, es la búsqueda de abolirse también a si mismo (como clase obrera), y con ello, la revolución -en su definición mecánica- a la Gemeinwesen. Para Camatte, la reconstitución del Partido Comunista pasa por su trascendental sentido histórico, por ser la vanguardia de la futura comunidad de la especie humana, manifestación de la comunidad comunista primitiva sumando a todo aquello que el capital ha producido, ahora en favor de la resignificación de la humanidad.

A pesar de lo controvertido de las tesis de Camatte, así como es de tentadora el responder a sus posiciones llanamente de “pequeño burguesas” o “ultraizquierdistas”, realmente puso sobre la mesa un debate necesario. ¿Hacia dónde avanzar la lucha? En una era de repliegue del comunismo tras la contrarrevolución estalinista, la guerra fría y el fin del socialismo realmente existente, la desorientación y la confusión perduran sobre la conciencia humana, pero no representa el fin de la historia, y mucho menos, del debate y de la lucha. Citando directamente a Camatte “Tenemos, como ha subrayado Marx miles de veces, una pasión ardiente por el hombre y su liberación; pero no por ello vamos a lanzarnos imprudentemente, a cuerpo descubierto, a la batalla. Siempre debemos intentar dominar la estrategia, el terreno de la lucha. En caso contrario, nuestro adversario se asegurará, tarde o temprano, del mantenimiento del orden. Para nosotros la insurrección es un arte” (Camatte, 1961).

El largo y extenso legado de Camatte, desde su más etapa temprana cercana a Amadeo Bordiga hasta su evolución posterior desapegándose de dicha herencia, es materializado en los análisis propuestos por el y en la influencia que él tuvo dentro del movimiento histórico. Leer su obra es ser testigo de la deriva revolucionaria, y de las lecciones que se han aprendido.

El tiempo no deja de avanzar, y afortunadamente, las contradicciones del capital avanzan con él. La presente Torre de Babel capitalista es omnipresente, pero no eterna, y con el mismo piso de sus muros, vendrá el derrumbe por entero de la sociedad de clases. De las ruinas del viejo mundo, provendrá la luz de uno nuevo por nacer.

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