Por Sergio Reynaga
Vengan escritores y críticos
Quienes profetizan con sus plumas Y mantengan sus ojos abiertos.
Las oportunidades no vendrán otra vez, y no hablen muy rápido
Porque la rueda sigue en movimiento.
Y no hay forma de decir quien
Para nombrarlo, porque los perdedores ahora, serán los ganadores después, porque los tiempos están cambiando.
-Bob Dylan
Hace ya algún tiempo, la urgencia de transgredir la normalidad me arrojó, junto a otras personas, a tratar de dibujar alternativas contra la marginalidad y la exclusión. Justo por considerar que la aniquilación del individuo tiene que ver, con la normalidad de un modelo construido para la explotación y el asesinato. La violencia puede tener muchos matices, pero es siempre parte del mismo proceso de cancelación, la cancelación de la humanidad, esto es en gran medida la acumulación, el despojo. En este sentido, la condición de clase es en mi entender un factor primordial, aunque no absoluto, puesto que dicha condición sucede al mismo tiempo que la raza y el género, por lo tanto cada espectro necesita un espacio privilegiado en nuestros análisis; no obstante, la operatividad de nuestras reivindicaciones depende de nuestra capacidad de entenderlos, precisamente, como nodos para la composición de constelaciones históricas. Sólo así seremos capaces de vindicar otras formas de vivir en el mundo, es decir, sólo así seremos capaces de intervenir la catástrofe y el castigo, para inventar prácticas para la libertad.
Ahora bien, considero que las exigencias que nos empujan en el aquí y ahora, no distan tanto de las que incendiaron el siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX, quiero decir que el socialismo histórico y la contracultura, han sido motores instituyentes de nuestras luchas, en especial el pensamiento libertario y movimientos políticos como las Panteras Negras, este último proceso es de vital importancia para mi formación como ser humano. Con todo lo complejo que se vuelva el análisis a gran escala, las consideraciones alrededor de la lucha por la vida plena, pasan por la conquista del pan: alimentación, educación, salud, vivienda digna, vestido y tiempo libre por mencionar algunas, sumémosle el libre tránsito y la abolición de la violencia de género, sumémosle la lucha contra la discriminación y el racismo. Todo esto en relaciones circulares entre la colectividad y el individuo, puesto que tales dimensiones del mundo social, suceden al mismo tiempo. En este sentido la vuelta de tuerca, nos exige una labor teórica titánica, y al mismo tiempo práctica. Es decir desarticular las nociones que polarizan el pensar y el hacer.
En esta medida, la cultura como frente abierto nos ofrece un espacio de confrontación de vital importancia. Quiero decir que, la construcción de espacios abiertos a la comunidad, vuelve urgente la vindicación de vínculos sociales saludables, así como la recuperación de la capacidad creativa del individuo, y la des-atomización de la colectividad. El individualismo al uso, cancela a la partícula social, en esta medida el aislamiento, el inmovilismo y la insolidaridad, son habitualmente potencia fundamental para la continuidad del capitalismo y la dominación. No hay superioridad moral en la indiferencia. Bajo estos mismos acordes, la defensa de la cultura, significa también defender a nuestras comunidades, no solo para el mejoramiento de nuestras condiciones de vida, básicas y materiales, sino también para la conquista de la vida plena. Quiero decir, para romper con la normalidad, con la normalización de la violencia y la explotación, para romper con la aniquilación, la cárcel y el manicomio, para abolir la cancelación de la dignidad, para la invención de la justicia, puesto que partimos de una realidad que la niega a toda costa, debemos defender la cultura liberándola, compartirla significa pues, liberarla de los límites que satelizan al Estado y el capital. Por qué también es una necesidad vital el ocio, el tiempo para la ciencia y las artes, en el orden que se prefiera. El tiempo y la vida como condiciones urgentes para la humanidad.
Por todo esto, la urgencia de una red de apoyo mutuo y solidaridad, una red para la organización de los espacios que intervienen a la repetición y el castigo, evocando una realidad otra en el aquí y ahora, se vuelve una acción prioritaria. Tan es así, que los objetivos iniciales de cada proceso, dependerán en este momento de la comunicación entre quienes nos involucramos en la lucha por la educación por el libre acceso al conocimiento y al mismo tiempo en la composición de alternativas teóricas y políticas, es decir en lo que desde nuestra posición llamamos: las revueltas epistémicas, se sostiene de la capacidad de respuesta solidaria de distintos actores dedicados al conocimiento. Dicho de otra forma, liberar el arte y la ciencia, significa garantizar su posición nuclear en el ejercicio mismo de la rebelión. Compartir, para nosotros es un acto político, que significa nuestras relaciones en la solidaridad, en el apoyo mutuo, en este sentido, la cultura como categoría de análisis y de acción supone un espacio vital para la revolución social.
Así pues, no sin antes agradecer el espacio que se brinda a nuestra palabra, desde la asamblea barrial del pedregal de cortés, y el centro cultural El Apoyo Mutuo, queremos solicitar a los presentes una asamblea instituyente, para la construcción de una red organizada, para romper con el aislamiento de cada proceso cultural en la ciudad. También, porqué es justo, quiero agradecer la inteligencia, el esfuerzo y la energía de quienes acuerpan al Centro Cultural Ricardo Flores Magón, al Centro Cultural Sudcalifornia “La Catra” y a la Guarida del Abejorro, el cuartel general del velolecto, y a quienes me dejo en el tintero, por mi participación sectaria durante los últimos años, y al mismo tiempo, queremos solicitar respuesta y apoyo a nuestra propuesta organizativa.
¡Todo el poder para la gente!