Imágenes sobre los centros penitenciarios, la subjetividad moderna y la revolución contemporánea

Por Víctor Ortega

En un universo de celdas, ¿quién no está en la cárcel? Los carceleros
En un mundo de hospitales, ¿quién no está enfermo? Los doctores
Una sardina dorada nada en mi cabeza
Oh, sabemos algunas cosas hermano, acerca de algunas cosas
Como el jazz y las cárceles y Dios
El sábado es un buen día para ir a la cárcel
Bob Kaufman

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Me gustaría pensar el tema de los centros penitenciarios sin caer en una lectura muerta de datos concluyendo mi punto de vista en la simple enunciación final de postulados libertarios como el siguiente: ¡abajo los muros de las prisiones! No, indaguemos otras dinámicas.

Intentaré crear algunas imágenes sobre el asunto para que podamos charlar sobre el tema bajo determinados ángulos y sentidos. Comencemos con lo que ha ocurrido en los centros penitenciarios en los últimos años en el territorio de Nuevo León.

“De acuerdo con información obtenida a través de la Plataforma Nacional de Transparencia, sabemos que en 2014 hubo 48 internos fallecidos en los penales de Nuevo León y 28 en 2015: Un motín en el Topo Chico ocurrido el 11 de febrero dejó 49 muertos y 12 heridos.”

“El 11 de febrero de 2016, la ciudad de Monterrey amaneció con una de las  masacres más crueles y terribles en la historia de la ciudad. Las cifras oficiales señalaron 49 muertos y 12 personas heridas, las voces y gritos afuera del penal decían que había más de 100, ¿y quién puede pedir justicia? ¿en dónde se encuentra? Las historias tras la masacre son múltiples, la violencia al interior sigue siendo la constante, la  engañosa guerra contra el narco es también la guerra contra el pueblo y contra los cientos de familias que hoy lloran la pérdida de sus seres queridos o bien luchan y trabajan horas extras para poder financiar su  viaje a algún CEFERESO al que fue trasladado su familiar.

“«Ese  día, se escondió en las alcantarillas y vio cuando estaban matando a los muchachos, tanta gente que perdió a sus hijos. Antes de que pasara  lo que pasó, uno de ellos decía ‘algo va a pasar en el penal, má’ … y me le  quedaba viendo como si fuera adivinanza y me dijo ‘en serio, algo va a  pasar en el penal yo lo presiento’ y sí, al día siguiente pasó todo lo  que pasó. Y el que acaba de salir dice que había dos muchachos en la  celda de él, que se escondieron debajo de la cama y los sacaron de los  cabellos y los mataron enfrente de él, que a uno le cortaron la cabeza y  a otro no sé qué tanto le hicieron, que iba gritando en todo el pasillo  e iba llenando todo el pasillo de sangre», relata una madre que vivió  de cerca la desesperación de tener a sus hijos presos dentro de Topo Chico.”

“«Una  señora dice que casi vendió hasta su casa porque le pidieron 50 mil  pesos o le iban a matar a su hijo. Dice este niño que les echaban a los  perros, varias veces que yo entré al penal me llevaban al área donde  tienen muchos muchachos y señores secuestrados. Decía mi hijo que ya  tenían años encerrados porque su familia no pagaba la cuota. Decía que a  veces ni dormía porque se oía mucho el gritadero, yo creo que los  golpeaban o quién sabe qué tanto les hacían», continúa el testimonio de  la madre que nos ha permitido conocer algunas historias de primera mano.”

“Uno de los presos asesinados fue Javier Orlando Galindo, «el  Maruchan», supuesto líder del Cártel del Noreste al interior del penal y que no habría logrado cubrir las cuotas que los Zetas le impusieron. En apariencia se trata de una pelea entre organizaciones criminales, muy a la usanza de lo que se muestra en otros contextos y se informa, «es un  conflicto intercomunitario», «es una riña entre organizaciones enfrentadas», es decir, se descontextualiza el hecho para minimizar, no sólo sus causas sino sus consecuencias.”

“La muerte del reo Elías Alberto Canavatti Frech, de 70 años, quien era paciente psiquiátrico, registrada el 16 de mayo de 2016 en el penal del Topo Chico, refleja la probable tardanza con la que se atienden a las personas internas que presentan alguna enfermedad.”

“en el Centro Preventivo y de Reinserción Social Topo Chico, anoche 01 de junio de 2016 hubo una riña en la que murieron 3 internos y al menos 19 fueron heridos, 5 de gravedad.”

 “29 de septiembre de 2016. Una vez más los centros penitenciarios en Nuevo León son noticia. Ayer se registró una riña entre grupos rivales de la delincuencia organizada en el Centro de Readaptación Social Cadereyta, en donde tres internos resultaron heridos. De acuerdo con los medios de comunicación, fueron al menos 10 internos los que se enfrentaron a golpes y con puntillas, pero fueron sometidos a tiempo por el personal de seguridad del penal.”

“Julio César Verde Hernández, interno del Centro Preventivo y de Reinserción Social Cadereyta, falleció a consecuencia de las heridas recibidas en riña el día 28 de septiembre del año en curso.”

“El domingo 19 de febrero de 2012 en la madrugada un grupo de 30 capos y sicarios del cartel de “los Zetas” escaparon del penal de mayor seguridad en el Estado de Nuevo León, México, luego de que las propias autoridades del penal les facilitaran entrar a una torre de control y abrirles las puertas del penal. No bastando la evasión de los reos, los celadores del penal abrieron las puertas del edificio “coca”, y entraron junto con un grupo de reos al edificio “delta”, donde durante cuatro horas masacraron a los reos identificados con el “cartel del golfo”.

“La hoy conocida masacre del penal de Apodaca, puso en evidencia lo que reos, familiares, celadores y personas del medio jurídico penal sabíamos desde hace años: que las autoridades penitenciarias están en la nómina del “cartel de los zetas”. La masacre de 44 reos ha ocasionado que no solo se voltee a ver al abandonado y asesino sistema penitenciario mexicano, sino que además nos permite ver claramente el manejo de la autoridad y del poder en México.”

¿Sólo en Nuevo León?

“El umbral inestable en que se convirtió México desde 1994 hacia principios del siglo XXI debe pensarse de otra forma. El mapa de la República Mexicana tal como se la conoce en su conjunto ya es otro: ha quedado atrás la antigua figura de la cornucopia plena de riquezas y recursos naturales que se identificaban con emblema nacional.

“La dislocación territorial ha traído consigo otra cartografía movediza que poco tiene que ver con las tradicionales. En México, como en otros países del mundo, se vive bajo una idea formalista de las instituciones cuya funcionalidad pone en evidencia una simulación que rige la vida pública en la que participa la integridad del Estado.

“El imperio de la ley adviene imperio del crimen. Donde domina el crimen organizado desaparece la división entre lo público y lo privado. Los grupos criminales son un poder suprainstitucional, que lo mismo transita de un lado a otro que atraviesa los muros de las cárceles cuando lo desea.”

“Las mayores transformaciones internas y externas que se presentan en el litoral del Golfo de México, que une Centroamérica con México en un corredor territorial, regional y poblacional estragado por el crimen contra los ideales de desarrollo humano y sustentable, la prevención de los desastres naturales, el turismo, la economía formal y el comercio, la integración vial, energética y de comunicaciones. La economía informal y subterránea tienden a imponerse en esa nueva conformación asimétrica: el túnel.”

“Desde hace más de 20 años, Joaquín Guzmán Loera, ‘el Chapo’, ha caído tres veces en manos de la autoridad, pero en dos ocasiones el capo ha conseguido fugarse.”  En julio de este año circulo un rumor de la tercera fuga de Guzmán Loera a la que el secretario de Gobernación respondió con una fotografía en su cuenta de Twitter: “Para los rumores, una imagen.” Un periodista se preguntaba: “¿Cómo sabemos que se trata de una foto real? ¿Cómo sabemos que es de ese día, que fue tomada ese día y que es en Chihuahua? ¡¿Cómo!?”

¿Cómo se volvió la realidad en general y la situación de los centro penitenciarios en particular tan aparentemente ininteligible? ¿No tienen la sensación de que en esta terrible realidad estamos irremediablemente abiertos a la contingencia y que todo puede acontecer pero siempre en los confines del infierno de lo mismo? Charlemos.

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-Duval, le detengo en nombre de la ley
-Y yo te suprimo en nombre de la libertad
Breve diálogo de Clément Duval con el policía encargado de detenerle

Bien. Hagamos la segunda imagen.

“Mi hipótesis es que la prisión ha estado, desde sus comienzos, ligada a un proyecto de transformación de los individuos. Se tiene la costumbre de creer que la prisión era una especie de depósito de criminales, depósito cuyos inconvenientes se habrían manifestado con el uso de tal forma que se diría era necesario reformar las prisiones, hacer de ellas un instrumento de transformación de los individuos.

“Esto no es cierto: los textos, los programas, las declaraciones de intensión están ahí. Desde el principio, la prisión debía ser un instrumento tan perfeccionado como la escuela, el cuartel o el hospital y actuar con precisión sobre los individuos.

“La prisión fabrica delincuentes, pero los delincuentes a fin de cuentas son útiles en el dominio económico y en el dominio político. Los delincuentes sirven, la delincuencia y el crimen forma parte del orden de las cosas, forman sin duda parte de la inteligencia cínica del pensamiento capitalista.”

“La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya «sujetos de obediencia», sino «sujetos de rendimiento». Estos sujetos son emprendedores de sí mismos. Aquellos muros de las instituciones disciplinarias, que delimitan el espacio entre lo normal y lo anormal,tienen un efecto arcaico.

“El análisis de Foucault sobre el poder no es capaz de describir los cambios psíquicos y topológicos que han surgido con la transformación de la sociedad disciplinaria en la de rendimiento. Tampoco el término frecuente «sociedad de control» hace justicia a esa transformación. Aún contiene demasiada negatividad.

“La sociedad disciplinaria es una sociedad de la negatividad. La define la negatividad de la prohibición. El verbo modal negativo que la caracteriza es el «no-poder». (Nicht-Dürfen). Incluso al deber (Sollen) le es inherente una negatividad: la de la obligación. La sociedad de rendimiento se desprende progresivamente de la negatividad. Justo la creciente desregularización acaba con ella. La sociedad de rendimiento se caracteriza por el verbo modal positivo poder (können) sin límites. Su plural afirmativo y colectivo «Yes, we can» expresa precisamente su carácter de positividad. Los proyectos, las iniciativas y la motivación reemplazan la prohibición, el mandato y la ley. A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados.

“El cambio de paradigma de una sociedad disciplinaria a una sociedad de rendimiento denota una continuidad en un nivel determinado. Según parece, al inconsciente social le es inherente el afán de maximizar la producción. A partir de cierto punto de productividad, la técnica disciplinaria, es decir, el esquema negativo de la prohibición, alcanza de pronto su límite. Con el fin de aumentar la productividad se sustituye el paradigma disciplinario por el de rendimiento, por el esquema positivo del poder hacer (Können), pues a partir de un nivel determinado de producción, la negatividad de la prohibición tiene un efecto bloqueante e impide un crecimiento ulterior. La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber. De este modo, el inconsciente social pasa del deber al poder. El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de rendimiento sigue disciplinado. Ya ha pasado por la fase disciplinaria. El poder eleva el nivel de productividad obtenida por la técnica disciplinaria, esto es, por el imperativo del deber. En relación con el incremento de productividad no se da ninguna ruptura entre el deber y el poder, sino una continuidad.

“El verbo modal dürfen se traduce por «poder» en el sentido de «tener permiso». Con ello se indica una posibilidad, o derecho de poder hacer algo en función de que esté o no permitido. Asimismo, su forma negativa, nichtdürfen tiene el significado de prohibición.

“El verbo modal sollen se traduce por «deber» y expresa un consejo o una obligación autoimpuesta, en el sentido de que resulta muy conveniente y aconsejable cumplir esa imposición.

“El verbo modal können se traduce por «poder», en el sentido de «posibilidad», o de «ser capaz», «tener capacidad».

“Alain Ehrenberg sitúa la depresión en el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de rendimiento:

“«El éxito de la depresión comienza en el instante en el que el modelo disciplinario de gestión de la conducta, que, de forma autoritaria y prohibitiva, otorgó sus respectivos papeles tanto a las clases sociales como a los dos sexos, es abandonado a favor de una norma que induce al individuo a la iniciativa personal: que lo obliga a devenir él mismo […]. El deprimido no está a la altura, está cansado del esfuerzo de devenir él mismo.».

“De manera discutible, Alain Ehrenberg aborda la depresión sólo desde la perspectiva de la economía del sí mismo (Selbst). Según él, el imperativo social de pertenecerse sólo a sí mismo causa depresiones. Ehrenberg considera la depresión como la expresión patológica del fracaso del hombre tardomoderno de devenir él mismo. Pero también la carencia de vínculos, propia de la progresiva fragmentación y atomización social, conduce a la depresión. Sin embargo, Ehrenberg no plantea este aspecto de la depresión; es más, pasa por alto asimismo la violencia sistémica inherente a la sociedad de rendimiento, que da origen a infartos psíquicos. Lo que provoca la depresión por agotamiento no es el imperativo de pertenecer sólo a sí mismo, sino la presión por el rendimiento. Visto así, el síndrome de desgaste ocupacional no pone de manifiesto un sí mismo agotado, sino más bien un alma agotada, quemada. Según Ehrenberg, la depresión se despliega allí donde el mandato y la prohibición de la sociedad disciplinaria ceden ante la responsabilidad propia y las iniciativas. En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna.

“El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido a nadie, mejor dicho, sólo a sí mismo. En este sentido, se diferencia del sujeto de obediencia. La supresión de un dominio externo no conduce hacia la libertad; más bien hace que libertad y coacción coincidan. Así, el sujeto de rendimiento se abandona a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento. El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Ésta es muchomás eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica, que, a causa de las estructuras de obligación inmanentes a ella, se convierte en violencia. Las enfermedades psíquicas de la sociedad de rendimiento constituyen precisamente las manifestaciones patológicas de esta libertad paradójica.”

El poder fetichista, en su estadio actual, descansa en la unión de lo abstracto y de lo concreto, no es para nada descartable que pueda existir una síntesis de la disciplina, el rendimiento y otras formas aún más bárbaras de encuadramiento de los sujetos en la realidad que, en sus fundamentos sigue siendo un proceso de valorización del valor y de constante cosificación de la vida en el planeta. Charlemos.

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¡Viva la Anarquía!

Nicola Sacco antes de su ejecución

Tercera y última imagen. Pensemos ahora la revolución. Va.

“La estabilidad ha muerto. Las insurrecciones han venido, no así la revolución. Una insurrección puede estallar en cualquier momento, por cualquier motivo, en cualquier país; y llevar a quién sabe dónde. Un movimiento revolucionario no se propaga por contaminación sino por resonancia. Algo que se constituye aquí resuena con la onda de choque que emite algo que se constituyó allí. El cuerpo que resuena lo hace según su propio modo. Una insurrección no es como la extensión de la peste o un incendio forestal –un proceso lineal que se extiende progresivamente, por proximidad, a partir de una chispa inicial-.

“Se trata más bien de algo que cobra cuerpo como una música, y cuyos focos, incluso dispersos en el tiempo y en el espacio, logren imponer el ritmo de su propia vibración. Consiguen ganar siempre mayor espesor. Hasta el extremo de que una vuelta a lo normal deje de ser deseable e incluso previsible.

“Hasta este punto, bien hace falta admitirlo, nosotros, revolucionarios, hemos sido derrotados. No porque desde 2008 no hayamos alcanzado la revolución como objetivo, sino porque hemos sido despojados, continuamente, de la revolución como proceso.

“Por lo general, los revolucionarios suelen ser esos mismos a los que las revoluciones tomaron por completa sorpresa. Pero en las insurrecciones contemporáneas se da algo que los desconcierta de manera particular: ellas no parten ya de ideologías políticas, sino de verdades éticas.

“En la insurrección, el poder en turno no es ya sino una fuerza entre otras sobre un plano de lucha común, y no ya esa metafuerza que dirige, ordena o condena todas las potencias. Todo cabrón tiene un domicilio. Destruir el poder es restablecerlo sobre la tierra. Salir del paradigma del gobierno equivale a partir políticamente de la hipótesis inversa –a la que el poder crea vacío y el vacío requiere poder-. No hay vacío, todo está habitado, cada uno de nosotros es el lugar de paso y de anudamiento de cúmulos de afectos, de líneas, de historias, de significaciones, de flujos material que nos exceden. El mundo nos cerca, nos atraviesa. Percibir un mundo poblado no de cosas, sino de fuerzas, no de sujetos, sino de potencias, no de cuerpos, sino de vínculos.”

“Cualquiera que haya vivido los días de diciembre de 2008 en Atenas sabe lo que significa, en una metrópoli occidental, la palabra “insurrección”… bancos hechos pedazos, comisarías asediadas, la ciudad entregada a los asaltantes. Al cabo de los años, a pesar de miles de acciones directas, de las centenas de ocupaciones, de los millones de griegos en la calle, la embriaguez de la revuelta se extinguió en la taberna de la “crisis”.

“Lo que el caso griego nos enseña es que, sin idea sustancial de lo que sería una victoria, sólo podemos ser vencidos. Se puso a los griegos ante el chantaje de “el gobierno o el caos”; obtuvieron el gobierno y  el caos. Y la miseria, para rematar.

“La sola determinación insurreccional no es suficiente; nuestra confusión sigue siendo demasiado densa. Que el estudio de nuestras derrotas nos sirva al menos para disiparla un poco.”

¿Y si lo pensamos históricamente?  

“La psicosis colectiva generada por la ausencia de ideales de clase, la desmoralización y el miedo a la crisis, hacen que la pequeña burguesía, el proletariado desclasado y las masas amaestradas crean en milagros con tal que una dirección salvadora los prometa, y se disponga a someterse, no sin patalear, a toda clase de medidas restrictivas.

“Es muy difícil pensar estratégicamente después de una serie de derrotas decisivas. Los nuevos rebeldes persisten en ignorar la derrota de sus predecesores, pues cuanto mayor ha sido la destrucción del medio obrero y el progreso de la domesticación, mayor es la desorientación y la impotencia en vislumbrar una nueva perspectiva.

“La historia social registra un gran número de derrotas suplementarias como resultado de una mala evaluación de la derrota principal, en este caso, la del proletariado en los sesenta y setenta, empeorada con intentos de ocultarla e ignorarla.

“En los medios superficialmente contestatarios faltan análisis serios que destapen las raíces de la cuestión social. El atroz contraste con la realidad tozuda y triste de los ridículos tacticismos cuidadanistas, obreristas e insurreccionalistas, por no hablar de los todavía más penosos montajes lúdicos o estéticos, induce a la pasividad y no a la radicalización. No puede haber radicalización sin toma de conciencia, y no hay toma que valga si no se ha evaluado críticamente el pasado. Solamente con buenas intensiones, rabia y escenografías no se va a ninguna parte. Desgraciadamente estamos en los comienzos de una revisión crítica. El capitalismo continúa venciendo sin encontrar demasiada resistencia. Y el bando de los vencidos continúa sufriendo las consecuencias no asimiladas de sus derrotas.

“Nosotros, revolucionarios, somos los grandes cornudos de la historia moderna… hemos tenido una fe ciega en la crisis. La bien conocida práctica contrainsurreccional “desestabilizar para estabilizar” consiste en suscitar voluntariamente el caos a fin de hacer el orden algo más deseable que la revolución. La crisis se ha vuelto la última ratio de todo cuanto reina. La apocalíptica ha sido integralmente por el capital, la meta de la profecía nunca es tener razón sobre el futuro, sino operar sobre el presente: imponer aquí y ahora la espera, la pasividad, la sumisión… que la población esté preparada para defenderse, es decir, para defender el sistema. Mantener un espanto sin fin para prevenir un fin espantoso.

“Frente a la catástrofe occidental, la izquierda adopta generalmente la posición del lamento, de la denuncia y, por tanto, de la impotencia, que la hace odiosa a los propios ojos de aquellos a los que pretende defender. El estado de excepción en el que vivimos no es algo a denunciar, es algo a volver contra el poder mismo.

“Así pues, repensar una idea de la revolución capaz de abrir una brecha en el curso del desastre, consiste, para empezar, en purgarla de todo aquello que ha contenido, hasta ahora, de apocalíptica.”

“Velar por el propio incremento de potencia exige a cualquier fuerza revolucionaria el progreso simultáneo de los siguientes planos: 1) Permanecer acorazado en el plano ofensivo es al final carecer de ideas sagaces y volver insípida la abundancia de medios. 2) Dejar de moverse teóricamente es la garantía de verse desprevenidamente tomado por los movimientos del capital y perder la capacidad de pensar la vida en nuestros espacios. 3) Renunciar a construir mundos con nuestras manos es condenarse a una existencia de espectro.

“¿Qué es la felicidad? Combatir, respondió Marx. Es el sentimiento de la potencia que crece- de un obstáculo que está a punto de ser superado. Devenir revolucionario es asignarse una felicidad difícil, pero inmediata.”

VII Jornadas Magonistas (Mty, N.L., 19/11/16)

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